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28Nov
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La Cadena AC Hoteles cuenta otra vez con Paula Sampelayo y Fran Herreros para su nueva apertura en Panamá. Los cuarenta cuadros de ambos han cruzado ya el Atlántico
Los hoteles entre sí a veces se parecen tanto que al despertarte puedes confundir la ciudad en la que te encuentras. Es lo que tiene compartir las mismas cortinas, paredes, decoración o cuadros. Por eso la cadena AC Hoteles decidió hace años apostar por distinguir sus espacios, al menos, con arte original y único. Los cuadros que cuelgan en sus habitaciones, vestíbulos y salones no están fabricados en serie, ni se han adquirido a una gran superficie, si no que han sido creados por artistas de toda España expresamente para esos lugares.
La relación entre la cadena hotelera AC y los burgaleses Paula Sampelayo y Fran Herreros se remonta a hace dos décadas. Los artistas eran aún estudiantes cuando les propusieron colaborar, a través de una beca, con obra original. «Nosotros trabajamos con unos intermediarios, que son los decoradores del hotel. Tienen dos líneas de trabajo: una para las zonas nobles, con obra de mayor formato, y otra para las habitaciones, con cuadros más pequeños, fotografía, obra gráfica y sobre papel, pero siempre abogando por que sea obra original. Eso repercute en la sensación que tiene el cliente y, sin embargo, no creo que a nivel económico sea una carga imposible de asumir», sostiene Paula Sampelayo. «Y para el artista es también un gran aliciente, porque de esta manera tenemos obra en Italia, Portugal, España y, ahora que han retomado la apertura de nuevos hoteles en el continente americano tras su alianza con Marriott International, pues estaremos también al otro lado del charco», añade Fran Herreros.
El último encargo de la cadena les hará colgar sus cuadros en el nuevo hotel que abrirán en Panamá: «Para este hotel es para el que más cuadros hemos creado. Nos han pedido en total 41 y en ellos hemos estado trabajando durante el último año», subrayan ambos, que esperan que el próximo destino de sus nuevas obras pueda ser en Estados Unidos.
Sin embargo no es el único objetivo que se han marcado para este verano. La pareja viajará durante los meses estivales a Bruselas, donde Sampelayo trabajó con una beca, para poder abrirse camino en galerías y exposiciones. «De momento hemos enviado algo de obra y ahora queremos iniciar las negociaciones. No tenemos nada cerrado, pero al menos hemos notamos cierto interés, que esperemos pueda fructificar en algo».
Esas serán sus «vacaciones» porque cuando regresen a Burgos volverán a cerrarse en el estudio para crear. Al menos Herreros, con la mente puesta en la próxima exposición.
Individual en octubre
Fran Herreros no quiere dar ninguna pista de lo que va a presentar en otoño en la sala Círculo Central, la sala de Cajacírculo de la plaza de España. «Va a ser una exposición muy intimista y personal, pero nadie va a ver nada antes de la inauguración», apunta misterioso.
Lo único que accede a contar es que está trabajando formatos grandes, que habrá alguna instalación y que quiere mostrar su evolución dentro de la abstracción con toques figurativos. «Estoy trabajando sobre la sinestesias, las energías y las ‘conestesias’, una palabra inventada para hablar de las sensaciones internas», apunta el creador. «Me están saliendo cosas que no dejan de ser de mi pintura, pero en las que a la vez hay aspectos diferentes, como ciertas esculturas-pinturas y otras sorpresas. De verdad creo que va a ser mi exposición más especial», concluye.
Si un artista es sincero y honesto, los estados de ánimo se plasman en su obra aún sin pretenderlo. Un cuadro contiene los momentos eufóricos, de pasión, desamor, melancolía o traición que el autor siente durante la creación, ya sea en los tonos elegidos o en la forma de pintarlos. Fran Herreros se ha sentido estos últimos meses como un pájaro enjaulado que quiere volar en libertad, sin ataduras, sin complejos y con personalidad.
La jaula fucsia que tiene en su estudio es el elemento vertebrador de la exposición que prepara en el Arco de Santa María y que descubren a un Fran Herreros mucho más espontáneo, pasional y arrebatador que nunca. The cage contiene una forma más agresiva de enfrentarse al cuadro, un modo mayor de implicación en su obra y un diálogo más íntimo, simbolista, dulce y personal con lo que representa:«He pintado mucho con las manos, he utilizado una gama de colores más amplia que nunca y he trabajado con materiales nuevos como lapiceros, rotuladores… Es una exposición muy especial que resume esta etapa de mi vida», confiesa el artista.
La obra que presentará entre el 16 de mayo y el 8 de junio contiene 40 piezas en papel y una docena en lienzo en los que mezcla la abstracción y la figuración. Comparten casi todas la presencia de una pareja de colibríes fuera de la jaula, unos pájaros de gran belleza que destacan también por la agresividad y la fuerza que poseen para mover las alas hacia arriba y hacia abajo, alcanzando velocidades de hasta 80 kilómetros por hora. Herreros los sitúa primero separados y luego enlazados por un hilo de madeja, incrementando la fuerza en pareja y el compromiso de una lucha común.
«Hay elementos que se repiten. Ovillos, grafismos, bombillas de luz como las que usaba el pintor Francis Bacon con el que me identifico, imágenes de cuadros clásicos, Mickey Mouse y Marilyn…». Incluye guiños a Manet y Monet, cuadros de fondos oscuros con manchas de luz que se abren a la libertad, ríos metafóricos y títulos dentro de la obra que hablan de Silencio, Melancolía, Libertad, El sueño dorado, Sensación, Del Génesis o el Invierno.
Coincidiendo con esta exposición, Fran Herreros expondrá en Bruselas, en el Museo de Bellas Artes de Osaka dentro de una muestra colectiva y en Panamá.
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